martes, 25 de octubre de 2011

Balance entre yo, familia y trabajo

Hablar de conciliación parece un tema de moda. Nos cansamos de oír cómo las empresas buscan que sus empleados puedan hacer compatibles el trabajo y la familia. Sin embargo, la realidad demuestra que quienes intentan conciliar no lo tienen fácil y que muchas veces se ven obligados a elegir entre el trabajo, la familia o su vida personal y esto se complica si además deseamos seguir estudiando. ¿Es posible lograr encontrar el equilibrio entre estos pilares? ¿Por dónde empezar?

El primer paso para conseguir ese equilibrio es mucha planeación en tu lista de actividades y una serie de objetivos bien definidos, buscando mejorar nuestra calidad de vida en todos los ámbitos.

Es vital que aprendas a decir que no amablemente, seleccionando las actividades importantes y que te ayudarán a recuperar tiempo para ti mismo y tu familia, sobre todo si tienes hijos a quienes atender, no importando la edad que tengan, ya que siempre estrán en una etapa importante.

No desperdicies los espacios cortos de tiempo con los que cuentas en el día y aprovéchalos para cumplir alguno de tus objetivos.

Por último, utiliza la comunicación como tu mejor estrategia para mantener el equilibrio en tu vida, ya que podrás estar alineado con tus objetivos y los de ellos, trabajando con las metas de la familia en mente cuando hces tus objetivos del negocio.

Conciliar con uno mismo

Para estar bien con el trabajo y con la familia, debo primero estar bien Yo, así que Yo soy lo más importante y para ello, debo conservar un estado saludable en todos los aspectos, físico, emocional y mental, acercándome a todo lo que me haga conseguirlo.

Conciliar con la familia

Para estar bien con el trabajo, lo primero que hay que definir es cuáles roles quiero desempeñar dentro de la familia y darle un espacio a cada uno, la familia es el entorno ideal para desarrollar toda clase de competencias personales, sociales y profesionales que después nos ayudarán a integrarnos a la vida misma.

La dificultad para conciliar el trabajo y la familia surge cuando uno de los dos ámbitos es prioritario y acaba perjudicando al otro.

Conciliar trabajo y familia implica mucho más que ajustar horarios: supone conciliar la propia vida. Para ello se requiere un plan que abarque todos sus aspectos apostando por el éxito total: personal, familiar, profesional y social.

Conciliar con la escuela

¿Qué pasa si aparte de todas nuestras facetas ya definidas, decidimos estudiar algo más, a veces como realización personal y otras como complemento a nuestras actividades en el trabajo? Esto te demandará más tiempo del que usas asistiendo a tus clases ya que necesitarás usar algunos de los espacios libres para estudiar y resolver tareas. En la UNITEC por ejemplo tenemos algunas alternativas que te permitirán actualizarte sin descuidar tus actividades diarias a través de Licenciaturas ejecutivas o Maestrías en Línea y sacrificar lo menos posible tu tempo personal, familiar y laboral.

Conciliar con la empresa

El tercer pilar de nuestra vida es la profesión. La empresa constituye uno de los lugares donde pasamos más horas y, por ello, la actividad que se desarrolla en ella repercute en los individuos y en la sociedad.

Cuando disfruto mi trabajo logro un desarrollo de habilidades sociales, tengo sentido de vida, soy independiente, tomo decisiones, soy ejemplo de vida y crezco y esto lo promuevo en mi familia.

Trabajar, pensando que se descuida otra cosa importante puede generar culpa

Si la culpa es mi amiga… (responsabilidad)

· Hace que reoriente mis conductas y pensamientos hacia situaciones más compasivas y benéficas para mí.

· Soy más empática con los demás.

· Reconozco cuando cometo errores, puedo disculparme y si se puede, compensar.

· Mido mis palabras y conductas y evito lastimar a los que amo.

· Promuevo conductas de protección con mis hijos.

Si la culpa es mi enemiga…

· Todo lo que hago está mal.

· Promuevo conductas dañinas.

· Nunca será suficiente.

· Me convierto en una persona pasiva “sólo compensando para no sentirme mal”

· Es fácil que los demás me manipulen.

· Siempre digo que sí.

· No pongo límites en casa.

· Todo lo hago yo, nadie me ayuda.

· Mis niños son desobedientes.

· Como demasiado.

· Me siento poco satisfecho con mi vida.

No siempre resulta fácil conciliar, pero lo importante es mantenerse en el camino y avanzar. Tal vez no todo esto te funcione a ti, así que quita y pon lo que quieras y nota la diferencia.

lunes, 17 de octubre de 2011

¿Qué clase de padre soy?¿Qué tipo de hijo quiero tener?

“Se dice que los padres tienen los hijos que quieren”.

¿Cuál es el estilo o tipo de autoridad que ejerces sobre tu hijo para educarlo? Pregúntate: ¿Cómo me suelo comportar con mi hijo? ¿Cómo quiero que mi hijo se porte conmigo?

Todo ser humano nace con el equipo necesario para triunfar, pero un trato inadecuado, a veces violento (como uso de palabras soeces o quizá maltrato), o indiferente (de padres que todo lo permiten o que nunca están) ocasiona hijos violentos y resentidos, o inseguros y apocados.

Por eso es importante que identifiques qué tipo de autoridad ejerces sobre tus hijos y en qué tipo de padre te estás convirtiendo, porque de eso dependerá el cómo se desenvuelvan tus hijos.

Tipos de autoridad

· El estilo permisivo: La meta es formar hijos que piensen por ellos mismos, que sean individualistas y creativos y que no tengan complejos, sin embargo se ha encontrado que este estilo de autoridad genera personas con problemas de adaptación a la sociedad adulta.

· El estilo autoritario: Valora la obediencia hacia los adultos sobre todas las cosas. Ordena al hijo y si hay resistencia, le castiga. Se consideran las fuentes de información más confiables de los hijos. Aunque en un inicio los hijos suelen ser obedientes bajo este esquema, existe la tendencia a rebelarse frente a este tipo de autoridad.

· El estilo democrático: Establece principios y valores básicos para sus hijos, no impone su voluntad en todas las situaciones, evalúa y da razones para sus acciones, son firmes pero no otorgan castigos extremos, se caracterizan por valorar las discusiones con sus hijos, genera adultos exitosos y seguros de sí mismos.

TIPOS DE PADRES SEGÚN EL TIPO DE AUTORIDAD QUE UTILIZAN

  1. Padre crítico, se le percibe como enérgico y pretende controlar para imponer su autoridad:

Positivo: firme, justo, serio responsable, protector. Permite el diálogo. Inspira respeto.

Negativo: autoritario, déspota, gritón, enojón. Humilla y puede llegar a golpear, se enoja y exalta con facilidad. Inspira miedo.

  1. Padre nutricio: se le percibe como amable y cariñoso.

Positivo: afectuoso, comprensivo persuasivo, cariñoso, permite fallar. Inspira amor.

Negativo: Solapador, consentidor, indiferente, débil de carácter. Inspira menosprecio.

TIPOS DE HIJOS POR LA FORMA COMO REACCIONAN A ESA AUTORIDAD

  1. Hijo rebelde: suele ser agresivo, competitivo y no se deja de nadie.

Positivo: Responsable, activo, justo, se defiende y protestas ante los abusos.

Negativo: Violento, grosero, peleonero, destructor, se violenta ante la menor provocación.

  1. Hijo sumiso: Suele ser serio y obediente.

Positivo: Bien hecho, muy responsable, serio, controlado cumplido.

Negativo: Tímido, inseguro, apocado, miedoso. Siente que no vale como persona.

Observa si tienes conductas negativas y positivas hacia tu hijo y pregúntate qué puedes hacer para cambiarlas, cómo lo harás y en cuánto tiempo. Empieza por ti y cambia por ejemplo el uso de palabras ofensivas, gritarle, agredirlo con una frase humillante o engancharte con una discusión.

TIPS

  • Ayuda a tu hijo a tomar en cuenta sus necesidades, pero también la de los demás.
  • Guíalo, pero déjalo tomar sus propias decisiones.
  • Observa a tu hijo, reconoce sus motivos para actuar y permite que avance a su propio ritmo.
  • No le exijas un comportamiento modelo ni una actitud totalmente madura. La madurez se va adquiriendo poco a poco.
  • Enséñale a tu hijo a llegar a acuerdos con inteligencia y equidad.
  • No le soluciones lo que él puede resolver. Permítele aprender a través de su propio esfuerzo.
  • En lugar de proteger a tu hijo, facilítale las herramientas que le permitan superar las dificultades y alcanzar sus metas.
  • Sé firme. Enseña a tu hijo que puede decidir y en qué circunstancias.
  • Sé un buen ejemplo para tu hijo.
  • Busca una escuela que refuerce los valores que tú estás queriendo que aprenda y apóyate en ella y en sus profesores. En la UNITEC podemos ayudarte porque formamos con los valores de responsabilidad, ética laboral y compromiso, que además de prepararlos para su vida personal, los ayudan a enfrentarse a la práctica profesional, ya que los principios se aprenden todos los días, gracias a la enseñanza de sus profesores y a un ambiente universitario que privilegia la formación de esos valores.

lunes, 10 de octubre de 2011

Depresión... al acecho de los adolescentes

Es un trastorno que afecta a los adolescentes y que lleva a que se presente tristeza, desánimo, pérdida de la autoestima y pérdida de interés en actividades habituales.
La depresión puede ser una respuesta a muchas situaciones y factores de estrés en los adolescentes.
En ellos, el estado anímico depresivo es común debido a:
• El proceso normal de maduración y el estrés que se presenta con éste.
• La influencia de las hormonas sexuales.
• Los conflictos de independencia con los padres.
• Una reacción a un suceso perturbador, como la muerte de un amigo o pariente, la ruptura con la novia o novio o el fracaso en la escuela.
Los adolescentes que son más propensos a resultar deprimidos cuando experimentan eventos estresantes tienen baja autoestima, son muy autocríticos y sienten poco control sobre los acontecimientos negativos. Por lo general ven todo más negativamente y son incapaces de imaginar que cualquier problema o situación se puede resolver de un modo positivo.
Todos o algunos de estos síntomas de depresión pueden estar presentes:
• Cambios en el apetito
• Dificultad para concentrarse.
• Dificultad para tomar decisiones.
• Episodios de pérdida de la memoria.
• Fatiga.
• Sentimiento de agitación, inquietud e irritabilidad.
• Sentimientos de minusvalía, desesperanza, tristeza u odio hacia sí mismo.
• Pérdida del interés o el placer en actividades que alguna vez eran divertidas.
• Pensar o hablar acerca del suicidio o la muerte.
• Problemas para dormir, sueño excesivo o somnolencia diurna.
•Algunas veces, el comportamiento de una persona puede cambiar o puede haber problemas en el hogar o en la escuela sin ningún síntoma de depresión (depresión encubierta).
• Comportamiento inadecuado o irresponsable
• Conducta delictiva
• Rendimiento escolar deficiente
• Distanciamiento de la familia y los amigos
• Consumo de alcohol u otras sustancias ilegales
Si se presentan por dos semanas y afectan el estado de ánimo o la capacidad para desempeñarse, representa un foco de urgencia.
Lo primero es ayudarle a reconocer que necesita ayuda, nada sencillo en el caso de los adolescentes que suelen pensar que son más que auto-suficientes y saben más que nosotros.
Requiere paciencia y ciertas dotes de comunicación lograr primero que nos escuchen y segundo, que nos hagan caso. Es muy importante hacerles comprender que respetamos los motivos por su estrés y queremos ayudarles a superarlo. Y que tenemos completa confianza en su capacidad de hacer justamente eso.
• Es importante hacerles ver que el estrés es un problema de mayores, y que todos tenemos que aprender a resolver momentos de enorme estrés durante nuestras vidas.
• Intentar ayudarles a identificar la causa de su estrés y hablar y ejecutar un plan sobre cómo aliviar la situación.
• Ayudarles a fijar objetivos realistas y sobre todo apoyarlos

lunes, 3 de octubre de 2011

Estrés... ¿cómo detectarlo en mi hijo?

El estrés se puede presentar en cualquier etapa de la vida, pero tú como padre debes aprender a detectarlo en tus hijos adolescentes para ayudarlos a sobrellevarlo o en su caso buscar ayuda externa.

El estrés es una tendencia a reaccionar con ansiedad, es una movilización de energía ante un estímulo amenazante que puede ser interior o exterior, físico o social y para lo cual se presentan 3 tipos de síntomas: Físicos (enferman), Psicológicos (miedos, angustias y trastornos mentales) y Comportamentales (rebeldía, actitudes y actuaciones).

Los tres representan una descarga y al mismo tiempo una tendencia a la huida, sin embargo entre los adolescentes hay algunos tipos más comunes de estrés por el ámbito en el que se desenvuelven:

Estrés familiar (fuente familiar):

Es dado por el ajuste y adaptación a cambios en el ciclo vital, ajuste a los sucesos súbitos y a los esperados. Los estresores familiares más frecuentes son las tensiones intrafamiliares, conyugales, financieras, laborales, las transiciones familiares (cambios, migraciones, etapas de vida) y las enfermedades agudas y crónicas

Estos estresores demandan un cambio familiar, la magnitud del cambio depende: de la vulnerabilidad familiar frente al factor estresante, de la gravedad del evento, de los cambios que vendrán y de la adaptabilidad familiar a éstos.

El estrés familiar se puede ver aumentado por el estrés social ante las necesidades familiares de ser aceptados, tener relación con el entorno, autorrealización y por el juicio que las demás personas hagan de ellas.

El manejo del estrés es una dimensión que pone énfasis en la manera como la familia promueve los cambios en su interior, sus relaciones con sistemas de soporte social e institucional de asistencia especializada.

Estrés social (fuente social-personal):

El área social comprende los eventos que se relacionan con la vida emocional y sexual del adolescente, pasatiempos, cambios físicos y psicológicos.

La adolescencia es un momento en el que el estrés potencial que surge de las relaciones entre iguales es particularmente alto; los adolescentes están orientados hacia sus iguales y dependen de ellos para su concepto de valía personal.

La calidad y estabilidad de las relaciones entre los adolescentes están relacionadas con su autoestima. Si un joven no puede o no sabe relacionarse dentro de un grupo adolescente, su autoestima descenderá y se sentirá menospreciado, pudiendo vincularse con la delincuencia, el abuso de drogas o la depresión.

Estrés escolar (fuente escolar):

Estrés que padecen los alumnos a consecuencia de las exigencias que impactan su desempeño en el ámbito escolar y que tiene como fuente exclusiva estresores concernientes a sucesos dentro del contexto escolar que tienen que ver con su desempeño académico, relación con maestros y compañeros y cambios dentro del ámbito escolar.

La causa del bajo rendimiento escolar refleja la vida emocional del adolescente, la falta de comunicación con los integrantes de la familia, la inestabilidad de su desarrollo físico y emocional, que dan como resultado justamente el bajo desempeño, la reprobación de materias, e incluso la deserción escolar.

El adolescente es competitivo, tiene la sensación de que todo lo puede, incluso, que puede hacer las cosas mejor a como las hacen los demás. Sin embargo también trata de encontrar un sentido de identidad en las actividades que realiza.

Hay quienes empiezan a interesarse en el futuro. Lo cual es muy positivo, ya que le da la oportunidad de sublimar sus impulsos, pudiendo descargar la agresividad en alguna actividad, ser reconocido y obtener recompensas.

Generalmente los logros que tienen en esta etapa ayudan a elevar la autoestima y lograr una confianza en sí mismos y lo que pueden llegar a hacer. Por lo tanto, perderlos significa perder una parte de ellos, una parte de su autoestima.

En la UNITEC nos preocupamos por la educación de tus hijos y buscamos apoyarlos a llevar con éxito esta difícil etapa de la adolescencia y el estrés que esto les provoca, así como su incorporación a la vida escolar, es por ello que contamos con el CENTRO DE APOYO AL ESTUDIANTE (CADE) donde tu hijo podrá regularizarse en alguna materia, ayudarle a incrementar su rendimiento educativo, con el apoyo de profesores y asesorías en las materias que necesite.

¡Impulsa a tu hijo hacia un mejor futuro e inicia la experiencia UNITEC!